No puedo creer que esté escribiendo una carta de amor a mi hija mayor. Pero aquí estoy, sorbiendo mi café matutino y secándome las lágrimas. No sé si me estoy poniendo llorosa y dramática porque hace tiempo que no la veo o porque me he pasado la última noche rebuscando entre las fotos de su infancia y pensando "¿Dónde se ha ido el tiempo?"
No soy de las que pierden el tiempo cuestionándose si he sido una buena madre y he conseguido enseñar a mi hija todo lo que necesita saber para ir por la vida sin un rasguño. Me he esforzado al máximo por hacerlo todo bien, por estar ahí siempre que me ha necesitado y por ser la persona que ella quería que fuera.
Yo tampoco soy de los que contemplan y consideran la brevedad de la vida. Sin embargo, no puedo deshacerme de la sensación de que se me acaba el tiempo para decir las cosas que nunca me he atrevido a decir.
"¿Te he dicho alguna vez lo mucho que te quiero, mi querida hija? ¿Te he dicho alguna vez que eres la razón por la que me levanto de la cama con una sonrisa cada mañana? ¿O la razón por la que puedo afirmar con certeza que he cumplido el propósito de mi vida?".
Puede que no viva lo suficiente para presenciar cada momento alucinante y monumental de la vida de mi hija, y por eso quiero escribir algo que ella pueda conservar mucho tiempo después de que yo me haya ido. Espero convencer al menos a una de vosotras para que escriba también una carta a sus hijas.
Coge tus pañuelos, los vas a necesitar.
Querida hija,
Te quiero más de lo que nunca sabrás. Te quiero con cada gramo de mi ser y cada hueso de mi cuerpo. Te quiero cuando te ríes a carcajadas por una locura que has visto en la tele. Te quiero cuando lloras a lágrima viva por algo que no salió como habías planeado.
Y, aunque nunca pensé que tendría la suerte de convertirme en madre de alguien, te he querido desde el momento en que anunciaste tu presencia al mundo, enredando tus deditos en los míos, me agarró la caray me miró con puro amor. En ese momento supe que mi vida nunca volvería a ser la misma. Y tenía razón.
Te escribo una carta de amor porque me aterra la idea de que vayas por la vida tú solo, sin que yo te guíe por el buen camino, te proteja de todo y de todos los que quieren hacerte daño, y te colme de afecto, adoración y admiración a cada paso.
Te escribo una carta de amor porque me horroriza no haberte preparado para todo lo que necesitas saber antes de que me vaya. Y, al mismo tiempo, aquí estoy pensando cómo nunca voy a acercarme siquiera a enseñarte todo lo que tú me has enseñado.
Al fin y al cabo, quiero que seas feliz, sano y fiel a tus sueños y deseos. Así que aquí tienes algunas cosas que quiero que recuerdes incluso cuando yo no esté ahí para recordártelo.
Sé compasivo, considerado y generoso.
Ya eres mayor, pero siempre serás mi niña. Por eso quiero que recuerdes las cosas que te enseñé cuando eras más pequeña, las cosas en las que nos centrábamos cuando intentabas averiguar quién querías ser y qué querías hacer.
Sé compasivo, considerado y generoso, porque éstas son las cualidades que te van a llevar por la vida sin remordimientos. Sé compasivo con tus necesidades, deseos y anhelos. Sé considerado con los problemas y demonios de los demás. Y sé generoso con tu tiempo, atención y afecto.
Somos lo que damos, y eso es algo en lo que quiero que pienses cada vez que estés pasando por algo que te esté empujando a decir cosas que no quieres decir o a hacer cosas que no quieres hacer.
Somos todos y aunque no quiero que te conviertas en una persona complaciente, sí quiero que trates a la gente con la misma calidez con la que quieres encontrarte allá donde vayas. E incluso cuando te vengas abajo, vuelve a levantarte y sigue trabajando para convertirte en la persona que quieres ser.
Nunca dejes de trabajar por tus sueños y deseos, sean cuales sean.
Nunca olvidaré el día que llegaste a casa de la guardería y anunciaste que de mayor querías ser veterinaria porque querías pasarte la vida cuidando gatitos y perritos. Papá y yo nos reímos porque pensábamos que cambiarías de opinión un millón de veces antes de decidirte por una carrera (¡desde luego no pensábamos que fueras a hacerlo a los cinco años!).
Nos equivocamos. Acabaste persiguiendo tus sueños y deseos, y ese es el empuje, la determinación y el espíritu que quiero que conserves durante años y años.
Cuando te sientas frustrado porque no sabes qué camino tomar en la vida, molesto con todo y con todos porque crees que estás perdiendo el tiempo en cosas que no importan, o tirado por los suelos porque las cosas no salieron como querías, recuerda a esa niña que no permitió que los escépticos y los detractores la desviaran de sus ambiciones y aspiraciones.
Comprenda que la vida es demasiado corta para pasar demasiado tiempo preocupándose por lo que hay fuera en lugar de por lo que hay dentro.
No importa lo que puedas pensar, tu belleza es hechizante. Cada vez que te veo corriendo por el apartamento, preparándote para salir y concentrándote en todo lo malo de tu aspecto, me dan ganas de gritar "¡Eres perfecta tal y como eres!"
Cuando tengas tu propia hija, entenderás de lo que hablo. Pasamos tanto tiempo intentando enseñar a nuestros hijos cómo vestirse, cómo comportarse y cómo agradar a los demás que nos olvidamos de enseñarles cómo agradarse a sí mismos.
Y, créeme, nunca vas a estar contenta con tu reflejo mientras te centres en las cosas equivocadas. Pierdes el tiempo preguntándote si tienes que maquillarte más para que tus labios parezcan más grandes o si tienes que hacer ejercicio para que tu cintura parezca más pequeña... Eso no es lo que importa.
Es mejor que te preocupes por si eres amable, generoso y sensible a las necesidades de los demás. Serás más feliz cuanto más compasivo, creativo y coherente seas con tus palabras y promesas. Serás más bello cuanto más consciente seas de tus propios sentimientos y de los de los demás.
Ama profundamente y permite que los demás te amen.
Un día conocerás a alguien que te dejará boquiabierta, te hará cuestionarte todo lo que has sabido sobre el amor y te convencerá de que eres lo más bonito que ha visto nunca. Oh, no puedo ni empezar a describir lo emocionada que estoy de que por fin experimentes esa sensación.
El amor es genial, pero no todo el mundo sabe amar o ser amado. Cuando conoces a "el único". abre tu corazón al mundo de posibilidades que te esperan.
Tanto si te asusta que te rompan el corazón como si te aterroriza confiar en esa corazonada que te suplica que le des una oportunidad a ese chico, acepta el amor que te llega.
Ahora, el amor no viene sin dificultades, trabajo duro y sacrificio. El amor no viene sin angustia. No espera a que descubras si estás preparado para arriesgarte. El amor requiere que confíes y caigas más fuerte de lo que nunca has caído.
El amor requiere valor, pero eso no es algo a lo que seas ajeno.
No tengas miedo de decir "¡No!".
Y, aunque quiero que estés abierto a posibilidades y oportunidades, no tengas miedo de decir no cuando algo no te gusta.
Tanto si intentas alejarte de alguien que no quiere lo mejor para ti como si luchas por resistir la presión de grupo, el simple hecho de decir no y distanciarte de la situación puede marcar una gran diferencia.
A las mujeres nos han enseñado a estar de acuerdo con todo lo que dicen porque no queremos parecer difíciles. Nos han manipulado para que pensemos que necesitamos una razón para rechazar algo o a alguien, pero no es así. Somos dignas de decir no a cosas que no nos sirven.
Tú, mi querida hija, eres más que digna de decir no a las cosas que desencadenan tu respuesta de lucha o huida. No necesitas dar una razón para decidir hacer lo que es mejor para ti, recuérdalo.
No todos los problemas son el fin del mundo.
A medida que me acerco al final de esta carta, necesito que me prometas que no te rendirás cuando las cosas se pongan difíciles.
Por mucho que desprecies las cosas que juegan con tu perfeccionismo (¡eso lo heredaste de tu madre!), no quiero que vayas por la vida pensando que vale la pena alterarse por cualquier problema.
Al fin y al cabo, eres tú quien elige tus batallas. Responde a la pregunta "¿Importará este problema dentro de cinco minutos/días/años?". y sabrás qué hacer incluso cuando yo no esté para descolgar el teléfono y facilitarte la decisión.
Que sepas una cosa, mi querida hija, te he dado todo lo que necesitas para ir por la vida con la cabeza bien alta. Siempre te querré y siempre estaré a tu lado.
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